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Salud sexual, equilibrio individual y en la pareja

Las dificultades en el terreno sexual han sido a lo largo de los años y para la persona que las padece, un tema difícil. Una dificultad que se extiende desde el ámbito personal, en cuanto a los problemas de autoestima e inseguridad que genera y a la indeterminación del afectado para tomar conciencia de la existencia del problema al ámbito de pareja y de relaciones, provocando fracturas a veces graves e irreparables o el miedo y la inseguridad en el inicio de nuevas relaciones.

En último extremo, la dificultad del tema abarca también lo que supone todavía para la persona sacar estos temas de la más estricta intimidad, para ponerlos en la mesa de un despacho buscando una solución.

Por otro lado, son muchos los inconvenientes que aún existen en nuestro sistema de salud para tratar estos casos. Por un lado, no dispone de suficientes recursos públicos para abordar el volumen que genera, ni del clima adecuado, ni del tiempo de duración en la consulta suficiente para tratar adecuadamente el asunto.

Aparte de esto, la sexualidad ha sido y todavía sigue siendo  un tema menor en la educación, por no decir inexistente. La falta de conocimiento lleva por ejemplo, a desconocer la relación que hay entre muchos síntomas físicos y una disfunción sexual. Hay muchas carencias en la  educación sexual, influenciada por las creencias religiosas y morales heredadas de nuestros abuelos y a la vez transmitida por sus hijos.

Este bagaje cultural está comenzando a soltarse, aunque aún hay dificultades en la comunicación, hablar con otra persona de su intimidad sexual provoca mucho recelo, vergüenza y miedo a sentirse juzgado.

No obstante, uno no tiene que esperar a que los asuntos se resuelvan solos. Lo primero es descartar un posible problema físico, para ello hay que acudir al médico para que mediante una analítica,  una exploración física o aquellas pruebas que encuentre pertinentes, podamos eliminar cualquier tipo de sospecha.

Tras la valoración del médico, este podría derivar al paciente a un psicólogo cuando el tratamiento médico o farmacológico considera que es insuficiente, o hay una  mala evolución por estar afectando también, factores psicológicos o conductuales (la mayoría de las veces).

Aún así, la decisión de acudir a un profesional especializado tiene que ser también personal, cuando el malestar emocional está afectando a la relación de pareja, a sí mismo o al inicio de nuevas relaciones.

La mayoría de las dificultades sexuales tienen su origen en experiencias vividas, en las que se puede haber sentido frustración, ansiedad, presión, dolor, miedo, humillación, el juicio, la crítica propia o de la pareja, violaciones o abusos.

Tras estas experiencias, ante una relación sexual aparece el fantasma del miedo al fracaso que conduce directamente a él,  es la profecía que se cumple a sí misma.

En la terapia el psicólogo comenzará con la evaluación y recogida de información para conocer todas las variables ambientales, culturales, sociales y psicológicas que se ven envueltas.

Tras la valoración y el diagnóstico dará comienzo la terapia con la devolución de los resultados de la evaluación y una explicación de cuál es el origen del problema, cómo ha sido su evolución y que factores están manteniéndolo.

Generalmente, la terapia empieza con psico educación, información dirigida a la comprensión del funcionamiento y respuesta sexual masculina y femenina y de los patrones de conducta inadecuados para el buen funcionamiento.

Es muy importante en la terapia trabajar con los pensamientos distorsionados y con las experiencias generadoras de estrés, también con las experiencias coincidentes en el tiempo con el inicio y desarrollo del problema.

Tener una buena salud sexual es importante para el equilibrio y el bienestar personal.  Cuando el problema persiste lo mejor es buscar ayuda profesional el problema.

 

Matilde Soto Psicólogos. TFN: 628 628 378