Me hace daño la relación, pero no puedo dejarla
Una de las demandas más frecuentes en las consultas psicológicas es la terapia de pareja. Los dos miembros de la pareja acuden a terapia, con la intención de salvar la relación inmersa en una crisis.
Una de las demandas más frecuentes en las consultas psicológicas es la terapia de pareja. Los dos miembros de la pareja acuden a terapia, con la intención de salvar la relación inmersa en una crisis.
La mayoría de las parejas desean evitar el conflicto, encontrar y mantener ese amor con el que compartir su día a día y ser felices el resto de su vida. Cuando lo tienen o parece que lo han encontrado, su mayor deseo es que la relación de pareja funcione.
Ante estas expectativas, los dos miembros de la pareja comienzan su nueva andadura, poniendo todo su esmero para que su sueño de proyecto en común salga bien.
Entonces, si ese sueño es compartido ¿qué circunstancias se dan para que a veces esto no suceda?
Si tenemos en cuenta que los dos vienen de distintas familias, hemos de considerar que cada uno de ellos lleva consigo su propia herencia familiar, cada uno tiene su modelo de familia.
Los roles aprendidos de sus padres, en el modo de relacionarse estos como pareja, serán factores condicionantes para la nueva relación.
Como vemos, cada uno lleva su mochila cargada con valores, educación e intereses y cuando cada uno vacía su mochila para hacer otra en común resulta que los valores no coinciden, la educación es diferente y los intereses miran a polos opuestos.
Si observamos a otras parejas o hablamos con ellas sobre temas habituales y cotidianos en la relación, podemos ver que en casi todas, tanto las que funcionan bien como las que viven en continuos conflictos, los problemas suelen ser los mismos.
¿Qué es lo que diferencia entonces a unas de las otras?
Hay una serie de variables que confluyen en la relación de pareja y que marcan la diferencia:
Una de las más importantes es la comunicación. El tipo de comunicación que hay entre ellos y el modo en que lo hacen será uno de los factores determinantes para una mala o buena relación. En este sentido es importante no tanto lo que se dice, si no como se dice. Son ”las formas” que utiliza el emisor en el mensaje las que cambian el significado que le llega al oyente.
El contexto de interacción también determina si lo que decimos es adecuado o no. No sería lo más acertado por ejemplo decir a nuestra pareja algo personal o algo que nos ha molestado de ella, cuando estamos delante de un grupo de amigos. Buscar el lugar y el momento adecuado ayuda a la pareja a hablar con claridad, tranquilidad y respeto sin hacer partícipes a los demás de cosas que tienen que resolver en privado.
La solución de problemas, es otro punto a destacar. Una de las cosas que sitúa a la pareja en una situación de desafío, poniendo a prueba su solidez, es cuando emerge un problema importante. El alto grado de estrés al que se puede ver expuesta la pareja junto con una mala gestión en la resolución del problema, puede llevar a esta a una crisis importante e incluso a la ruptura.
El respeto es un pilar fundamental. Actualmente es bastante frecuente escuchar a parejas hablarse de forma desconsiderada e irrespetuosa como algo habitual. Los insultos, las palabras ofensivas, la crítica, la humillación dañan gravemente la autoestima y progresivamente van deteriorando la relación. Por otro lado cuando la falta de respeto es aceptada y permitida, pasa a formar parte de la comunicación como un derecho adquirido.
La inteligencia emocional, incluye auto observarse y observar las emociones propias y las de la otra persona y reconocerlas, para de este modo dar la respuesta y ayuda adecuada, tanto propia como ajena. La empatía, ponernos en la” piel del otro” y la expresión de emociones serán los puntos fuertes para lidiar con las emociones.
El apoyo mutuo que recibe la pareja en los momentos más difíciles, va a depender de la cantidad y calidad de inteligencia emocional que posee.
Como vemos, estos son solo algunos de ingredientes básicos que necesitamos incluir para elaborar la receta de una sana relación. Aún así, hay muchos otros que tendríamos que añadir dependiendo de la singularidad de cada uno.
Cuando la pareja ve que por sí sola no consigue que mejorar la relación, lo mejor es buscar ayuda profesional.
Matilde Soto Psicólogos. TLF: 628 628 378
Las dificultades en el terreno sexual han sido a lo largo de los años y para la persona que las padece, un tema difícil. Una dificultad que se extiende desde el ámbito personal, en cuanto a los problemas de autoestima e inseguridad que genera y a la indeterminación del afectado para tomar conciencia de la existencia del problema al ámbito de pareja y de relaciones, provocando fracturas a veces graves e irreparables o el miedo y la inseguridad en el inicio de nuevas relaciones.
En último extremo, la dificultad del tema abarca también lo que supone todavía para la persona sacar estos temas de la más estricta intimidad, para ponerlos en la mesa de un despacho buscando una solución.
Por otro lado, son muchos los inconvenientes que aún existen en nuestro sistema de salud para tratar estos casos. Por un lado, no dispone de suficientes recursos públicos para abordar el volumen que genera, ni del clima adecuado, ni del tiempo de duración en la consulta suficiente para tratar adecuadamente el asunto.
Aparte de esto, la sexualidad ha sido y todavía sigue siendo un tema menor en la educación, por no decir inexistente. La falta de conocimiento lleva por ejemplo, a desconocer la relación que hay entre muchos síntomas físicos y una disfunción sexual. Hay muchas carencias en la educación sexual, influenciada por las creencias religiosas y morales heredadas de nuestros abuelos y a la vez transmitida por sus hijos.
Este bagaje cultural está comenzando a soltarse, aunque aún hay dificultades en la comunicación, hablar con otra persona de su intimidad sexual provoca mucho recelo, vergüenza y miedo a sentirse juzgado.
No obstante, uno no tiene que esperar a que los asuntos se resuelvan solos. Lo primero es descartar un posible problema físico, para ello hay que acudir al médico para que mediante una analítica, una exploración física o aquellas pruebas que encuentre pertinentes, podamos eliminar cualquier tipo de sospecha.
Tras la valoración del médico, este podría derivar al paciente a un psicólogo cuando el tratamiento médico o farmacológico considera que es insuficiente, o hay una mala evolución por estar afectando también, factores psicológicos o conductuales (la mayoría de las veces).
Aún así, la decisión de acudir a un profesional especializado tiene que ser también personal, cuando el malestar emocional está afectando a la relación de pareja, a sí mismo o al inicio de nuevas relaciones.
La mayoría de las dificultades sexuales tienen su origen en experiencias vividas, en las que se puede haber sentido frustración, ansiedad, presión, dolor, miedo, humillación, el juicio, la crítica propia o de la pareja, violaciones o abusos.
Tras estas experiencias, ante una relación sexual aparece el fantasma del miedo al fracaso que conduce directamente a él, es la profecía que se cumple a sí misma.
En la terapia el psicólogo comenzará con la evaluación y recogida de información para conocer todas las variables ambientales, culturales, sociales y psicológicas que se ven envueltas.
Tras la valoración y el diagnóstico dará comienzo la terapia con la devolución de los resultados de la evaluación y una explicación de cuál es el origen del problema, cómo ha sido su evolución y que factores están manteniéndolo.
Generalmente, la terapia empieza con psico educación, información dirigida a la comprensión del funcionamiento y respuesta sexual masculina y femenina y de los patrones de conducta inadecuados para el buen funcionamiento.
Es muy importante en la terapia trabajar con los pensamientos distorsionados y con las experiencias generadoras de estrés, también con las experiencias coincidentes en el tiempo con el inicio y desarrollo del problema.
Tener una buena salud sexual es importante para el equilibrio y el bienestar personal. Cuando el problema persiste lo mejor es buscar ayuda profesional el problema.
Matilde Soto Psicólogos. TFN: 628 628 378
Especialista en NIÑOS Y ADOLESCENTES.
Especialista en EMDR. Adultos, terapia de pareja.
Paseo Zorrilla 96 1º B
47006 VALLADOLID, ESPAÑA
(34) 628 628 378
matilde@tupsicologovalladolid.es
Lunes-Viernes: 10:00-20:00
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