foto de dependencia emocional

Me hace daño la relación, pero no puedo dejarla

Una de las demandas más frecuentes en las consultas psicológicas es la terapia de pareja. Los dos miembros de la pareja acuden a terapia, con la intención de salvar la relación inmersa en una crisis.

Para que la terapia tenga éxito es condición imprescindible que aún quede algún rescoldo de amor, para que sea este el que les impulse a comprometerse en la terapia y hacer un esfuerzo personal para promover el cambio.

Esta puntualización es muy importante porque al contrario de lo que individualmente pide cada uno (que generalmente es el cambio en el otro), lo que realmente va hacer que la relación vuelva a estar bien, es una toma de conciencia personal donde uno tiene que ser honesto, hacerse un análisis y ver donde hierra para con la ayuda profesional  buscar la conducta alternativa más adaptativa.

Las relaciones de pareja son interdireccionales, lo que dice o hace uno afecta y provoca una respuesta o reacción en el otro, por lo que también un cambio en uno promueve un cambio en el otro.

 

dependencia emocional

¿Pero qué pasa cuando uno no está dispuesto a mover un ápice  en su comportamiento porque “el es así”, “no tiene ningún problema” o “es lo que hay” y ambos están viviendo una relación tormentosa y dañina?

En este caso la decisión más acertada sería romper la relación y es aquí donde muchas personas encuentran problemas. Por lo general son conscientes de que la relación produce más dolor que satisfacciones y si embargo dicen ser incapaces de salir de ella.

Una de las palabras claves en este asunto es la dependencia emocional.

En psicología utilizamos mucho las palabras refuerzo y castigo, pertenecen a la teoría del aprendizaje. Esta teoría dice que aprendemos y afianzamos un comportamiento cuando somos premiados (refuerzo)  por una conducta y desaparece o extinguimos la conducta cuando después de esta recibimos un castigo.

La dependencia emocional se produce por el refuerzo intermitente que recibe la persona. Esto es, el refuerzo es aleatorio, se recibe unas veces sí y otras no, “unas veces me quiere y otras recibo desprecio”. La cuestión es que la persona se hace dependiente porque “se agarra” a los momentos que recibe cariño y su pareja es afectuosa (en violencia de género esto sucedería en la fase llamada luna de miel), estas escenas se convierten en su prueba de amor. Además adquieren la fuerza y el poder de restar importancia, tapar o hacer desaparecer las situaciones en las que recibe desprecios, humillaciones, indiferencia o desamor.

En una relación sana la persona recibe refuerzo seguro, esto es, que el afecto y el amor está siempre presente y los dos miembros de la pareja se sienten completamente seguros en su relación, no tienen la necesidad de estar continuamente con la pareja para confirmar que le sigue queriendo y cada uno puede disfrutar de su individualidad como persona.

En una relación de dependencia la persona se siente insegura, no puede disfrutar de su tiempo de ocio, de los amigos, de actividades fuera de la pareja porque impera la necesidad de estar con él o ella para confirmar que aún le/la quiere; esto genera una gran dependencia.

Somos seres sociales, como tales necesitamos afecto y amor desde que nacemos hasta el final de nuestras vidas. Una de nuestras fuentes de cariño es la pareja, cuando en nuestra relación no lo estamos recibiendo, deberíamos preguntarnos si hay alguna carencia personal en cuanto a autoestima y autovaloración que nos mantiene en la relación aún siendo infelices.

Si te has sentido identificado con lo expuesto en este artículo, un profesional te puede ayudar a tomar conciencia del problema y superar las dificultades que no te dejan avanzar.

Matilde Soto Psicólogos. Tfn: 628 628 378

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